"Querida, nunca entendí para qué servían los castillos... hasta que nos volvimos todos tan demócratas".

miércoles, 23 de diciembre de 2009



Monsieur de Sans-Foy dijo...
PARA MISS PARSONS:

Lou, querida, te adjunto otro breve anticipo de mi "Breve Historia de la Familia Parsons", en seis volúmenes:

Aloysius Stuart-Parsons, quinto Lord Cheddar, fue el primer miembro de la familia en visitar España. Lo hizo en compañía del duque de Wellington, al que asesoraba en materia de logística, bridge y mujeres.
Cuando Su Majestad Jorge III reclamó la presencia de Aloysius en la Corte, el duque respondió:
“Sire: Lord Cheddar nos es militarmente imprescindible. Sin él, no sabríamos qué hacer después del té”.

Acabadas las contiendas napoleónicas, Aloysius se estableció en París, donde regentó una célebre casa de subastas. Casa que, andando los años, acabaría por convertirse en Sotheby’s... sólo que, en la época de Aloysius, lo que se subastaba eran señoras de buen ver, principalmente normandas. Hubo una tal Mme. Profiterol por la que el Sultán de Omán pagó trescientos luises en oro y la cama (que también era de oro).
Este y otros negocios igualmente honorables labraron la fortuna de Lord Cheddar, trabajador infatigable al que sólo se le conocía un vicio: dilapidar el dinero en vino, mujeres y rinocerontes de carreras.

En efecto: fue Aloysius Stuart-Parsons quien puso de moda en Europa las carreras de rinocerontes. Moda ciertamente efímera, pues sólo duró de marzo a septiembre de 1821, pero que se vivió con gran intensidad: Behetoven compuso su más célebre obertura en honor a “Coriolano”, su rinoceronte favorito.
Las carreras de rinocerontes habrían desbancado totalmente a las de caballos, de no ser por un desafortunado incidente que se produjo en el otoño de aquél año: Nadie conocía muy bien el comportamiento de esos nobles animales cuando entran en celo, cosa que, indefectiblemente, sucede en la primera quincena de septiembre:
Los cuarenta y tres rinocerontes machos y las dos hembras de las cuadras de Lord Cheddar en el Bois de Boulogne entraron en celo simultáneamente, hecho que provocó algunos contratiempos de orden público en el centro y alrededores de París... contratiempos que pudieron ser felizmente solucionados por las milicias urbanas, con la ayuda de la Santa Alianza.
Los muertos apenas pasaron del centenar, pero, aún así, la prensa sensacionalista consiguió hacer de ello un escándalo... y Lord Cheddar, arruinado y cojo (por un pisotón de Coriolano) hubo de partir hacia Londres.
Allí vivió olvidado y en la más absoluta de las miserias, hasta que el azar quiso unir su destino al de Mme. Profiterol, la bretona subastada, quien había huído finalmente del sultán, con gran satisfacción por parte de ambos.
Regentaba la francesa por entonces un pequeño restaurante en el Soho, y el talento financiero de Lord Cheddar lo hizo florecer hasta convertirse en una de las pastelerías más célebres de Inglaterra y buena parte del continente.

6:03 PM

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