"Querida, nunca entendí para qué servían los castillos... hasta que nos volvimos todos tan demócratas".

domingo, 20 de junio de 2010

Ebenezer McGrog dijo...
Bueno, Rose, hemos de felicitarnos por el brillante papel desempeñado hasta ahora por los integrantes del equipo de Parsons Manor. Los resultados de la primera jornada apuntan hacia una nueva victoria, lo cual ha de ser motivo de orgullo para todos -a la vez que, todo hay que decirlo, un modesto estímulo para nuestros bolsillos.

A fuer de ser sinceros, esperaba algo más de Mr. Lacoste: con el fin de que la desmoralización no hiciera presa en él desde un principio había procurado dejarle algunas bolas francas durante el entrenamiento matinal, y lo cierto es que pareció responder con algunos envíos correctos. Por ello me sorprendió que su golpe más notable durante la competición sólo sirviese para destruir una ventana del invernadero. Creo que debe mejorar algo su técnica si quiere prosperar en este deporte: mirar fijamente a la bola, y no al talle de las oponentes, es condición indispensable para conseguir un impacto limpio.

Por cierto, hemos de reconocer que el aspecto radiante de Milady ha contribuido una vez más a realzar de forma extraordinaria el evento. ¿Observaste a Porridge? Parecía un tanto turbado ante las amables muestras de atención dispensadas por Miss Tipton, de lo contrario no se entendería su tembloroso pulso a la hora de llenar las copas.

10:11 AM
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Perry Lacoste dijo...
Admirado Eugène,

Una serie continuada de circunstancias desfavorables, ocurridas desde primera hora de la mañana, dificultaron que durante el día de ayer pudiera desarrollar mi mejor croquet.

En primer lugar fue imposible librarme de Phoebe Couzins, el formar equipo con ella, cuyo ánimo y maneras me recuerdan vivamente al sargento O´Malley de mis años de cadete en la Academia Militar de Caballería, me impidió alcanzar la relajación necesaria para enfrentar el juego con garantías (esa mujer me provoca un estado de ánimo muy cercano al miedo).

En segundo lugar, Lady Parsons, mientras yo observaba con interés renovado su admirable escorzo al impulsar el mazo, me atizó un bolazo en plena espinilla que provocó, a partir de ese doloroso instante, una patente dificultad ambulatoria.

En tercer lugar, percibí en Porridge una excesiva predisposición a reponer continuamente la ginebra (con unas pocas gotas de Martini) que mi hermana Lucilla ingería con delectación. Ya fuera casualidad o causalidad, al poco tiempo el cariño de mi hermana por mi persona había crecido de manera directamente proporcional a la ginebra ingerida, terminando por entrar al campo de juego con unos irreprimibles deseos de abrazarme. Teniendo que dedicar mi atención a desanimarla de sus cariñosos propósitos más que al Torneo en sí.

Con todo ello mi juego, que se había iniciado de manera brillante y fulgurante (atravesé de salida 7 aros con la bola azul) decayó ostensiblemente.

El resultado, mi querido Eugène, es que en este momento del Torneo, tus 20 libras se encuentran en serio peligro de pasar a incrementar el patrimonio de otras personas.

Espero que durante la jornada de hoy pueda concentrarme en el desarrollo natural del croquet sin que se sucedan nuevos accidentes.

Perry

11:43 AM
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Ebenezer McGrog dijo...
(Damn, Porridge no para de escanciar a Miss Lacoste... Adivino tu juego a mil leguas, viejo tunante, bien hizo Malamute en advertirme de su curiosa entrevista con Monsieur... Y Rose, cada día más hermosa, flotando de aquí para allá como un angel...)

- Eummm... Milady, si queremos aplazar la bancarrota de Parsons Manor por algún tiempo sugiero que relevemos a Mr. Porridge: la montaña de clicquots vacías se asemeja ya al Ben Nevis.

1:18 PM

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