"Querida, nunca entendí para qué servían los castillos... hasta que nos volvimos todos tan demócratas".

jueves, 24 de junio de 2010

Perry Lacoste dijo...
Apreciado Eugène:

Despierto hace unas horas, después de haber permanecido una semana en estado de sueño inducido artificialmente. Me encuentro en la mansión de mi hermana rodeado de sus cuidados y de atención médica ambulante.

Según relata Lucilla, y no lo debo poner en duda, ya que un cierto grado de alcohol en sangre no nubla la verdad, sino que, a veces, la hace aflorar espontáneamente, las atenciones que Porridge brindaba encantado a mi cuñado, continuaron durante todo la primera jornada del Torneo de Parsons Manor, hasta el punto de incitarle amablemente a tomar, bajo su dirección y consejo, sus primeras clases prácticas de cróquet.

Ya fuera el resultado de un plan diabólicamente urdido o fruto de las Leyes Físicas que explican las fuerzas de la Naturaleza, la tercera bola a la que Casper intentaba dar con el mazo, salió disparada directamente hacia mi sien derecha, en el momento exacto en que yo trataba de evitar, saltando, la bola que impulsada en este caso por Lady Parsons, se dirigía con gran velocidad y fuerza hacia mi espinilla izquierda (tengo que dedicar un tiempo a pensar sobre la posible relación existente entre mi observación atenta del movimiento corporal que Lady Parsons describe al realizar su espléndido swing y el bolazo que por su parte, sin duda un hecho fortuito, recibo invariablemente en una de mis espinillas) noté un fuerte golpe en la cabeza, mi jersey cayó de mis hombros al suelo, y se hizo la oscuridad y el silencio.

Comprenderás por todo ello, querido Eugène, que mi participación en el Torneo se vió bruscamente interrumpida. No me preguntes por tus 20 libras, les perdí la pista en el mismo instante de recibir el bolazo en mi dolorida sien. Supongo que ya te habrás acostumbrado, durante esta pasada semana, a vivir sin ellas.

Recibe mis sinceras disculpas,

Perry

11:12 AM
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Monsieur de Sans-Foy dijo...
LOU, querida:

Parece que el viejo Perry se está recuperando bien de sus últimas hazañas deportivas.
Por lo visto, se produjo una lamentable convergencia planetaria de bolas de croquet sobre su persona, algunas de ellas totalmente accidentales.

Por lo demás está en forma. Gran muchacho, este Perry.

PS: No olvides enviarme las cien libras. Me vendrán muy bien. Harriet trasiega caviar y blinis con asombroso entusiasmo juvenil.

Yours,

Eugène

1:33 PM
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Louella Parsons dijo...
Mi querido SANS-FOY,

¿cómo puedes hablarme de esas cien libras cuando Perry Lacoste todavía está postrado en el lecho del dolor?
No tienes corazón y, honestamente querido, esa lady Bo, además de arruinarte, te ha idiotizado completamente.

¡Estoy tan preocupada por Perry!
¿Crees que sería conveniente que fuera yo sola a visitarle o sería mejor enviar un sirviente con una tarjeta cariñosa y una confitura?

No quisiera que mi reputación se viera dañada pero, por otro lado, siento que debo ser yo la que acuda a reconfortarle.

Estoy perdida en una nube de emociones y sentimientos confusos.
Te necesito, querido Eugène, pero tú sólo piensas en caviar y en tu lady Bo. Te odio.

8:44 PM
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Monsieur de Sans-Foy dijo...
LOU, querdia:

Tu odio es una emoción pasajera.
Todo lo es en la naturaleza humana.
Cien libras, en cambio, dan de sí lo suyo...

He de ser severo con las especulaciones deportivas: No quisiera que emplearas mi parte en favor de Rainer en la próxima campaña electoral.

Créeme. Es caballo perdedor.

9:19 PM

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