"Querida, nunca entendí para qué servían los castillos... hasta que nos volvimos todos tan demócratas".

viernes, 26 de marzo de 2010

SIR CEDRIC THE SAXON



Ebenezer McGrog dijo...

La tormenta de anoche no ha causado ningún daño de consideración, Rose, si exceptuamos la contemplación de la bata de la Sra. Forrester mientras su dueña brincaba despavorida por la galería de armas.


Durante el despacho matinal, Milady y yo hemos convenido en que la invitada padece cierta clase de rara afección nerviosa, y que lo más adecuado para ella es partir sin demora hacia algún punto alejado de los Alpes con el fin de que aquellos agrestes parajes ejerzan un efecto sedante sobre su ánimo.


Así pues, Rose, no te sorprendas si escuchas esta madrugada ruidos de cadenas y ahogados gemidos procedentes del ala oeste: el fantasma de Sir Cedric the Saxon abandonará momentáneamente su retiro y, si todo marcha conforme a las previsiones, Parsons Manor recuperará mañana un poco de sosiego. Te ruego que me disculpes ante la Sra. Muffwater a la hora de la cena, me encuentro algo fatigado y hoy me acostaré un poco antes que de costumbre.

Rose Downstairs dijo...

¡Oh , Mr McGrog, estoy realmente extremecida de alborozo!


Siguiendo su sabio consejo aposté por esa rutilante figura de los Central State Kings de la Frog League que sobre la que ud me aleccionó. Ese apolíneo deportista que atiende al nombre de Chris Ronald, sí. Como le digo, aposté porque hacía una tanda de dos chapa-cueros y así fue. ¡Qué emoción, Mr McGrog! Una sensación difícil de concretar en palabras. Y cuándo al conseguirlo se desprendió de su pull-over blanco de ochos para dejar visible la pegatina que se había puesto sobre su camisa escocesa y en la que podía leerse "I love you, my little Cinderella"…realmente indescriptible. Todos los presentes en la trasera de la bolera de John Deere nos quedamos asombrados de la sensibilidad mostrada por aquel hombre tan rudo aparentemente. La mujer que había a mi lado me explicó las habladurías que circulan acerca de la que él llama "su Cenicienta", de quien se dice que se trata de una dama de la alta sociedad londinense ávida de fuertes emociones y entregada a los más mundanos placeres de la vida. Ya se que la maledicencia y los pensamientos oscuros son cosas de las que toda mujer temerosa del Señor han de huir como del mismísimo diablo, pero no me diga, Mr McGrog, que no está interesado en conocer la identidad de la licenciosa mujer…

3:46 PM

Ebenezer McGrog dijo...

Ejem, Rose... me pregunto si ese lugar, esa... bolera que al parecer frecuentas, es el lugar más indicado para disfrutar de un bien ganado esparcimiento. En estas semanas he podido constatar que, a pesar de tu juventud, atesoras suficientes virtudes morales y buen juicio como para merecer mi confianza. No obstante, la inexperiencia es un terreno abonado para las asechanzas del Maligno, y considero un deber advertirte de que esa clase de establecimientos atraen el peligro como la miel de Parsons Manor a las abejas. ¿Cindererella, dices? No hagas caso de las habladurías, Rose, o terminarás pareciéndote a Mrs. Tipton. Uno sólo puede confiar, y con mesura, en sus propios sentidos y raciocinio. Tenerlos siempre bien alerta: ése es el camino que te ayudará a conocer los recovecos del alma humana. Ah, lo olvidaba: he conseguido eliminar la costra de barniz-cola de los zapatos de Monsieur de Sans-Foy, por lo que te ruego que los coloques en el armario de su habitación.

7:33 PM

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