"Querida, nunca entendí para qué servían los castillos... hasta que nos volvimos todos tan demócratas".

viernes, 2 de abril de 2010

MARY TIPTON RONDA EL FUERTE


(Miss Mary Tipton -en un día bueno-)

Wilbur Porridge dijo...
Hoy ha vuelto a aparecer, y es la tercera vez esta semana, Mrs. Mary Tipton en casa, y el señor ha empleado el protocolo habitual en estos casos que ha funcionado con la exactitud de un reloj suizo. De este modo Mrs. Tipton ha sido conducida al gabinete verde, donde se le ha proporcionado un té con una generosa dotación de pastas, mientras el señor se marchaba discretamente por la puerta de servicio. Mrs. Tipton parece funcionar, si se me permite la comparación, como una caldera que con cierta regularidad requiere aliviar su carga de vapor para evitar un estallido repentino, y de modo similar Mrs. Tipton necesita periódicamente aligerar su amplísimo repertorio de información. Esta información no sólo incluye las más sorprendentes noticias de la sociedad, sino también avanzadas teorías políticas, pues Mrs. Tipton es una persistente defensora del acceso de las mujeres al sufragio, algo que, en su opinión, acabará con todas las guerras que afligen al mundo al ser éstas una expresión del carácter de los hombres que no dejan de ser, también en su opinión, unos niños grandes.

En general el señor comprende y simpatiza con esta necesidad perentoria por parte de Mrs. Tipton, pero prefiere delegar en otros la tarea. Hoy Mrs. Tipton, compatibilizando con destreza la difusión de noticias con la ingestión de pastas, me ha puesto al día sobre los avances del movimiento sufragista, y me ha proporcionado unas octavillas en las que de un modo vehemente y no exento de faltas de ortografía se anunciaba el advenimiento de una revolución que llevará al poder al proletariado oprimido, que se encargará de instaurar un reino de justicia y felicidad en la tierra. Y a mi me resulta difícil imaginar al proletariado oprimido de, digamos, Whitechapel instaurando un reino de justicia y felicidad en la tierra, pero me he abstenido de manifestar mis dudas a Mrs Tipton, porque sé por experiencia que esto no habría hecho más que prolongar su estancia hasta horas avanzadas de la noche.

10:07 AM
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Ebenezer McGrog dijo...
Milady, una vez efectuadas algunas comprobaciones discretas acerca del incidente acontecido durante la cena de ayer, cúmpleme informarle de los siguientes extremos:

Primero.- A resultas del incidente, Lady Hornimans sufrió la pérdida de un molar superior por impacto de la pieza contra un objeto sólido, cuya naturaleza no pudo ser verificada en unos primeros instantes presididos por la confusión.

Segundo.- La colisión se produjo mientras Lady Hornimans masticaba su ración de faisán relleno. Como dato anecdótico, cabe añadir que el molar en cuestión era el último de los de su clase subsistente en la mandíbula superior de la dama, tal como pudo verificar in situ Sir Wilcock Pumpkins.

Tercero.- El objeto causante del percance fue extraído por Sir Wilcock de la encía de la afectada con el tenedor de trinchar, no sin alguna dificultad, tras lo cual fue identificado de modo fehaciente como un fragmento de plomo.

Cuarto.- Dicho fragmento, en contra de lo inicialmente conjeturado, no procede de la munición empleada por el prometido de Milady para cazar al ave. Una vez despojado el objeto de los restos de faisán y encía, y efectuado un segundo y minucioso examen, podemos afirmar con un margen de error despreciable que se corresponde con la pierna izquierda de un soldado del 42nd Black Watch y pertenece a una serie fabricada en Londres por Plowdey&Sons hacia 1890.

Quinto.- Esta mañana, una inspección detenida del parque del lago ha permitido localizar una cabaña, recientemente construida a media altura en uno de los cedros del Líbano, a la cual se accede por medio de una escala de cuerda de tacto pegajoso y en deficiente estado de conservación. Tras un laborioso acceso el recinto, se han hallado en el interior de un hueco del tronco varios objetos de variada condición y procedencia, aún pendientes de inventario, entre los cuales figura, por lo que ahora interesa a esta investigación, un soldado cojo de su pierna izquierda que corresponde a la indicada unidad de infantería y casa fabricante.

Sexto.-Efectuada una inspección en las colecciones de soldados de plomo de la biblioteca se observa un hueco en la sexta fila del segundo batallón del Black Watch. Los numerosos indicios acumulados permiten afirmar categóricamente: a) que dicho hueco estaba ocupado hasta fechas muy recientes por la figura coja encontrada en el árbol; b) que, por su tamaño, las huellas de manos presentes en la vitrina donde se guarda la colección pertenecen a un niño, y tienen el mismo tacto pringoso que el que está presente en la cuerda de acceso a la cabaña.

Todo lo cual pongo en conocimiento de Su Excelencia por si pudiera servir de fundamento a las medidas que, en su caso, proceda adoptar.


Ebenezer McGrog
Mayordomo de Parsons Manor

11:39 AM
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Rose Downstairs dijo...
Querido diario:



como te iba diciendo, la causa de mi súbita transformación en mujer-objeto parece que está en una reacción hormonal incontrolada producida por la ingesta del forraje-muesli hiposulfatadito, que Sir Wilcock Pumpkins produce en su laboratorio secreto clandestino, con el mastocarpus metabolizado a través de los poros dérmicos de mi piel. Adivinar cómo fue a parar el forraje-muesli a mi estómago es muy sencillo si tenemos en cuenta que esa criatura llamada Arnold Fitzwilliam andaba cerca de mi desayuno esa mañana. El caso es que aunque le encontré un fuerte sabor a heno me lo tomé todo. Y entonces fue cuando pasó. La verdad es que apenas logro recordar borrosos pasajes. Recuerdo que cuando me dirigí hacia un espejo para ver qué me ocurría me topé con la mirada fija del Sr. McGrog, quien no cesaba de musitar unas palabras apenas audibles que parecían una antigua plegaria. "Tienes una misión, Ebenezer, muchacho. Inglaterra espera." creo que repetía una y otra vez como poseído ante una visión arrebatadora. Luego apareció mi señorita Lady Parsons quien a la vista de lo que pasaba corrió deprisa a alertar a Monsieur de Sans-Foy, que en ese momento se encontraba de visita en Parsons Manor. Fue Monsieur, luego me enteré, quien decidió que había que apelar a la ciencia y a la religión a partes iguales., porque no tenía claro si era un caso de posesión diabólica o una reacción alérgica. El caso es que avisó a Sir Wilcock Pumpkins y al reverendo Padre McNamara, quienes llegaron casi a la par. Sir Wilcock lo tuvo claro desde el primer momento, seguramente porque ya se había percatado de la sustracción del forraje-muesli hiposulfatadito llevada a cabo por el pequeño diablillo Fitzwilliam. Pero entonces fue cuando el Padre McNamara, dándose cuenta de que se le escapaba una preciosa oprtunidad de hacer una "rave-session" de exorcismo, sacó su hisopo cromoniquelado de percusión sónica y se dispuso a aplicarme una sacudida con el potente artilugio. Yo gritaba mientras intentaba zafarme del poderoso abrazo paralizador del atlético Monieur, pero nada podía hacer sino extenuarme cada vez más. Fue el Sr. McGrog el que logró contener el ataque del Padre McNamara a la espera del retorno de Sir Wilcock, quien había ido en busca de una jeringuilla hipodérmica para inocularme un vial de solución salinosa baja en colesterol que solía llevar encima en su riñonera de primeros auxilios. La situación parecía estar controlada, pero entonces se oyó a la cocinera Kiti-Chen reprochar airada a la mujer del mozo de cuadras alguna zalagardada de su niña al grito de "mira lo que hace la guarra de tu hija". ¡Dios santo! Esas palabras espolearon de manera extraordinaria al Padre McNamara. "¡Dejadme solo con el anticristo! ¡A mi las legiones del Señor!" comenzó a gritar como un poseso mientras balbuceaba unos latinajos ininteligibles. Monsieur intentó placarle infructuosamente y yo sólo podía repetir "¡Por favor, con el hisopo en la cabeza no!" Suerte que en ese momento apareció Sir Wilcock y logró clavarme la jeringuilla con el antídoto justo en el brazo. Afortunadamente ya pasó todo, aunque todavía hay un ligero riesgo de vuelta a la transformación. Quién sabe si tendré que llevar esta fiera desatada dentro de mi el resto de mis días, querido diario. Quién sabe si podré volver a ver el deseo incendiando cuerpo de varón. ¡Quién lo sabe! ¡Quién!

4:36 PM

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