"Querida, nunca entendí para qué servían los castillos... hasta que nos volvimos todos tan demócratas".

viernes, 30 de abril de 2010

LA NOCHE DE LAS SALCHICHAS LARGAS


(Frau Gertrud Glutenfinger, de la charcutería "Die Schöne Müllerin")

Rose Downstairs dijo...
Ha estado ud inmenso, Sr. McGrog. Ha mantenido la verticalidad a pesar de recibir la tremenda descarga eléctrica de la fraü. Quién iba a pensar que era un modelo experimental de cyborgwoman de la DKW Corporation. Es ud. todo un titán. Déjeme, déjeme que le aplique un poco de reflex en los biceps que es muy bueno para las contracturas musculares. ¡Es ud. un héroe, Sr McGrog! ¡Todo un Aquiles de los Highlands!

10:20 AM
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Ebenezer McGrog dijo...
El ataque dio comienzo con puntualidad. Debo destacar, ante todo, el comportamiento valeroso de Rose y del pequeño Arnold, cuyo ánimo y determinación no decayeron en ningún momento y fueron esenciales para la victoria.

Nuestra súbita irrupción por el doble fondo de la alacena y el sonido guerrero de la gaita ejercieron un efecto paralizante sobre el enemigo que nos proporcionó una ventaja inicial apreciable. Sin embargo, hay que admitir que, una vez superada la sorpresa, el enemigo se batió con fiereza germánica. La Fräulein emergió de las sombras como Grendel, el monstruo de Beowulf, y sus voces de mando hubieran helado la sangre del más curtido veterano.

Pero la fortuna sonríe a los audaces. El duelo a sartenazos entre Rose y la valkiria por encima de las mesas y los fogones merece pasar a los anales de Parsons Manor, y los impactos del tirachinas de Arnold sobre el cuarteto tirolés resonaron en la noche como el tableteo de una Vickers. Por su parte, el llamado “Edelweiss” apareció vestido de primera doncella por alguna torcida razón y dio muestra de su perfidia tratando de estrangularme infructuosamente con el cordel de atar el roast-beef. Un certero golpe de cornamusa bastó para dejarlo fuera de combate.

Al término de la refriega la zona de cocinas ofrecía un aspecto similar al de la campiña de Flandes en 1916. Me temo que la reparación de los desperfectos será onerosa.

Los prisioneros han quedado a cargo del sargento Blops –no sin cierta inquietud por mi parte. Sólo queda añadir que, justamente en el instante en que el furgón policial se alejaba apareció el criado de Monsieur de Sans-Foy con una espingarda yemení entre las manos y gritando: “sujetadme o no respondo”. Rose, educadamente, le hizo saber que su aportación era de agradecer pero “ya no resultaba necesaria”

Y eso es todo Milady. Me honra poder comunicarle que “the day is yours” y la casa ha quedado libre de presencia extranjera, si exceptuamos a Su Excelencia el barón.

2:38 PM
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Monsieur de Sans-Foy dijo...
Lou, querida:

¡Albricias!
Veo que estás de nuevo al mando.
Camino de Parsons Manor, Porridge y yo nos hemos cruzado con la horda germánica, que se dirigía al pueblo en el coche del sargento Blops...
Iban algo apretaditos, (el sargento, sobre las rodillas de Frau Glutenfinger)

He tenido que apear a Porridge para cargar con Rainer, camino de Londres:
No deja de llorar...
¿Qué vamos a hacer con este muchacho?

(Por cierto: mientras enfilábamos el camino de salida, Arnold Fitzwilliams ha conseguido introducir en el habitáculo del Bentley dos aerolitos de considerable tamaño.
Alguien debería hablarle de la Convención de Ginebra: al menos, de lo relativo al personal no beligerante)

Ciao, darling. Te dejo a Porridge. Tiene instrucciones para ayudarte a afrontar el regreso de la señora Muffwater (o eso creo)

Eugène de Sans-Foy

8:20 PM

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