"Querida, nunca entendí para qué servían los castillos... hasta que nos volvimos todos tan demócratas".

jueves, 1 de abril de 2010

EL PADRE McNAMARA


Monsieur de Sans-Foy dijo...
¡Rayos y truenos, LOU...
me has hecho una buena jugarreta!

¿Cómo diantres no me avisaste de que el padre McNamara estaba camino de Londres?
Ese oráculo de santidad ha estado dos días instalado en mis apartamentos, después de espantar de allí a Porridge, que le teme como al cólera morbo:

-¡Largo de aquí, Wilbur Fineas McCaulin! Mientras esté yo, no necesitaremos de tus servicios. Puedes ocuparte de tu otro Señor... Ya sabes: el de las patas de cabra.

Apareció a eso de las siete, con una maleta muy pequeña, de la que sacó una botella muy grande.
-¿Tienes algo para mojar con esto, muchacho? Algo menos podrido que tu alma, se entiende...
Asombrosa capacidad para trasegar Borgoña, untar paté y convencerte de que eres un disoluto y un imbécil, todo en unidad de acto, sin pausas publicitarias.

Sí... a veces pienso que sería una ventaja haber nacido anglicano, como todo el mundo, y que confortase mi espíritu alguien como el reverendo Foxtrott... más empalagoso que un caramelo de malvavisco, pero que no da collejas mientras habla.

El padre McNamara...¡Gran persona! Menos mal que sólo vino por un par de días, hasta que sacasen de la cárcel a no sé quien.
Si Jesús hubiese tenido allí al padre McNamara, Barrabás no habría salido de rositas; eso, te lo seguro.

10:17 AM
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Louella Parsons dijo...
SANS-FOY dear, me es imposible escuchar ahora tus habituales lamentos matutinos.

Te atenderé en el té de la tarde durante la partida de bridge.

10:34 AM
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Rose Downstairs dijo...
Querido diario:

afortunadamente ya pasó lo peor. No se si alguna vez volveré a tener mi antigua apariencia, pero por lo menos me he librado del voluptuoso cuerpo en el que me he visto atrapada durante las últimas horas. Sólo la ciencia que atesora la gran cabeza de Sir Wilcock Pumpkins, en el sentido más exacto pues de todos es conocido que cuando el Sir aparece por la tienda de sombreros de "Wallace Madhatter & Sons" para comprar los modelitos para la temporada de carreras de caballos en Ascott le ponen alfombra roja, pues únicamente su pericia y sabiduría, como te iba diciendo, logró que volviera a ser exactamente como se espera de una reputada, pero casta, gobernanta luxury-class de cualquier mansión decente de las pocas que quedan de nuestra amada Inglaterra. Parece ser que al final todo se trataba de una de las innumerables travesuras de ese alevín de satanás que tiene por nombre Arnold Fitzwilliam, el insufrible hijo hiperactivo de Adelaide Parsons, prima de mi adorada Milady, quien había cambiado algunos de los ingredientes del famoso desayuno que prepara Kitti-Chen por otros componentes que previamente había sustraído del maletín de Sir Wilcock, famoso por sus experimentos mendelianos con animales domésticos (se dice que a él se debe el canguro mutante en ganso que Porridge adquirió a Seamus la pasada semana). En este punto tengo que dejarte querido diario, pues la señorita Parsons requiere de mi presencia en el saloncito azul índigo. Te seguiré contando más tarde el episodio de mi metamorfosis en ese oscuro objeto del deseo carnal masculino y la posterior regresión a estados más aceptables de la materia biológica femenina.

11:05 AM
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Wilbur Porridge dijo...
El señor Rainer, el prometido de Mrs Parsons, es un teutón entusiasta y extrovertido. Con frecuencia es difícil averiguar el sentido cabal de sus palabras, pues acostumbra a mezclar el inglés con el alemán y con un aguardiente escandinavo que lo acompaña en todos sus desplazamientos. Es amigo, además, de gastar bromas infantiles, tales como colocar jarrones con agua encima de las puertas o delgadas cuerdas en el paso de los viandantes, cuyo éxito suele celebrar con grandes risotadas. A veces Rose se pregunta qué es lo que ha podido ver Mrs Parsons, epítome de la delicadeza y el refinamiento, en ese rubicundo y jovial lansquenete, pero tal y como acostumbra a decir mi tío Seamus en circunstancias similares “el amor escoge intrincados caminos para apresar a sus víctimas”, una opinión que, si bien nunca he conseguido descifrar plenamente, contiene una innegable sabiduría.

6:42 PM
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Louella Parsons dijo...
Dear SANS-FOY, estoy completamente fâchée.

La jornada de pesca con Mr. Forrester (una aventura que nunca debió comenzar) ha resultado un fracaso, como era de esperar.
Te contaré con detalle pero papá aun no se ha repuesto del shock que le supuso comprobar que el interés de Mr. Forrester por la pesca se desvaneció de golpe transformándose en una repentina obsesión por la caza de ranas a lo largo de la orilla de Parsons Lake.
Enseguida llegó el escándalo a Parsons Manor y Mcgrog, imaginándose la catástrofe, envió a un criado con unas botas para Mr Forrester porque gracias a la pericia de los batracios y a la ayuda de Nuestro Señor Misericordioso, sus odiosas sandalias se quedaron enterradas en el fango.

Querido, ¿no se irán nunca a América?

8:37 PM

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